Exposición MOVIMIENTO TEMPORAL EN TONO BENEIDE BONEU
Centro Cultural de España Juan de Salazar
Octubre 2008, Asunción / Paraguay.
Crítica de CARLOS SOSA
(Enlace a datos biográficos y obras
en la GALERÍA DE ARTES del
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LA IMAGEN CONTEMPORÁNEA
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Las doce fotografías - gigantografias - que presenta Eneide Boneu se originaron en una pintura personal. Una mirada superficial impediría entrever la sutileza de la operación con la que pone en entredicho algunos prejuicios - verdades instaladas - sobre la función y el significado de la imagen fotográfica en el arte de nuestros días. Recordemos que artística y disciplinariamente la fotografía nace y se desarrolla a la sombra, si no condena, de la idea de representación fiel del mundo; consideración teórica que postergó por mucho tiempo la exploración y reconocimiento del potencial creativo de esta imagen tecnológica. Eneide registra imagen de imagen para luego reproducirlas en doce variantes cromáticas, estrategia que se abre y reflexiona sobre el signo estético: signo de signo como cadena indefinida de referentes ausentes, a saber, umbral de lo autorreferencial como clave de toda imagen artístico-expresiva, hablando en términos estrictamente modernos. Así, la imagen obtenida y multiplicada refrenda el carácter crítico, en el sentido de libertad creativa, del conjunto de la obra cuyo contenido manifiesto - el mundo de la mujer y los matices de la vida cotidiana - apela a una peculiar arbitrariedad cromática como signo expresivo; forma que presupone, irremediablemente, explorar la compleja y grisácea dimensión de la producción de significados. Es que el abandono del objeto -fenómeno natural o artificial - como origen de la forma artística pone en cuestión el significado estético, ya que la representación fiel del mundo, en la teoría occidental del arte, siempre presumió legitimidad. Por esto, la obra de Eneide transita y se sostiene sobre las posibilidades de la construcción participativa del significado, y más aún si consideramos la particularidad del soporte y la complejidad del montaje. ** El primer aspecto compromete las posibilidades del medio si consideramos la intensidad cromática que posibilita el manipuleo tecnológico contemporáneo del color, metáfora interesante de los iniciales procedimientos fotoquímicos de la imagen fotográfica; exploración científica que encausó al nuevo medio hacia su potencialidad y autonomía estéticas. Por su lado, el montaje de esta exposición comporta asumir a la obra primero como un ready-made personal y, después, como objetos en proceso de resemantización en virtud de adecuaciones a lugar y escala, ya que originalmente conformaron parte de un friso fotográfico integrado a un medio arquitectónico específico. Hoy y acá, la obra excede, en su magnitud, cualquier intento de reducirla a un horizonte limitado de sentido, aunque sí abierta a interpretaciones que conjuguen la sustitución de la anécdota por un concepto estético contemporáneo: más que género retratístico cada una de estas imágenes alude y apela al poder comunicativo y persuasivo propios de la iconicidad performativa de la cultura estética contemporánea en sostenido ajetreo de masificación. Finalmente, las imágenes que nos interesan provienen inequívocamente de una renovada posición de los artistas de hoy, que encuentran en los nuevos medios todo un mundo de posibilidades como eco del giro radical del imaginario de nuestros días, desafío que ya no oculta la sospechosa pregunta sobre el destino del arte, del mismo modo como Jacques Derrida, el otrora brillante pensador de la deconstrucción, se preguntara sobre el destino de la razón.
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