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jueves, 13 de mayo de 2010

VICKY TORRES. VUELOS Y MITOS, sobre la obra del escultor GUSTAVO BECKELMANN / Fuente: ARS LONGA de VICKY TORRES.

VUELOS Y MITOS
Obra del escultor GUSTAVO BECKELMANN
Crítica de VICKY TORRES
(Enlace a datos biográficos y obras
en la GALERÍA DE ARTES del
www.portalguarani.com )


Conjunto escultórico TORRE DE BABEL
Escultor
GUSTAVO BECKELMANN
(Enlace a datos biográficos y obras
en la GALERÍA DE ARTES del
www.portalguarani.com )
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El mito cuenta que Pasifae, esposa de Minos, enamorada de un toro, solicitó de Dédalo, el arquitecto constructor del Laberinto, que le fabricara un artefacto con la forma de una vaca en el que pudiera introducirse desnuda para ser poseída por el animal. Dédalo lo hizo, Pasifae se introdujo en el artilugio y el toro la poseyó. De este encuentro nació aquel monstruo que con el nombre de Minotauro (el toro de Minos) aterrorizó a Creta, fue encerrado en el Laberinto y muerto, finalmente, por Teseo con la ayuda de Ariadna.
A GUSTAVO BECKELMANN le fascina esta historia de perversión y desmesura. Encuentra en ella, probablemente, una fuerza raigal originaria que se cierne como amenaza sobre una humanidad alejada de la naturaleza, metáfora de una cultura cercada por el instinto. Y es que la cultura es -también y entre otras cosas- represión del instinto, del animal salvaje que llevamos dentro. El hombre, al fin, imagina y sueña, desde su condición de ser natural, cosas monstruosas que la cultura reprime y que sólo pueden manifestarse a través del arte. El arte nos permite asomarnos a los abismos del infierno.
En Gustavo Beckelmann la atracción por estos abismos es evidente. Su mundo está poblado de extraños personajes que violan permanentemente las leyes de la cultura y se arrojan a los abismos de la fantasía más demoniaca. Desde la elección del material con que crea estos personajes se aprecia el aire desafiante del artista. Escultor del bronce, alquimista en busca de una humanidad perdida, sólo por él imaginada, trata el material con el que trabaja como instrumento de equilibrios imposibles, de vuelos infinitos a través de un espacio inexistente, y eleva a sus personajes hacia mundos extraños habitados por seres deformes que parecen surgidos de una imaginación medieval cercana al Bosco o de antiguas leyendas germánicas, cuando no de la fantasía de un constructor de mundos del futuro. Es como si de la fragua del mítico Hefaistos salieran volando los monstruos que pueblan nuestras pesadillas de hombres civilizados y que, con su sola presencia, pusieran en duda el sentido mismo de nuestra vida.
Es probable que en la intención primera de GUSTAVO BECKELMANN haya más de espíritu lúdico que de conciencia crítica, más del hombre que juega con su propia fantasía que del hombre que elabora sobre la humanidad y el sentido mismo de nuestra cultura un juicio de valor y toma de posición. Es probable. Lo que nos presenta, sin embargo, no es sólo el divertimento de un artista lleno de fantasía que ha creado un universo propio poblado de seres fascinantes y terribles. Lo que nos presenta es mucho más. Los mitos en los que funda sus representaciones, desde las fantásticas construcciones de Dédalo a los vuelos imposibles de Ícaro o Faetón, son mitos fundacionales en los que el artista se basa para crear un universo propio y paralelo, que es un reflejo especular del nuestro y, a la vez, una descarnada representación de sus defectos. Hay demasiado cuidado puesto en ello, demasiada dedicación, mucho cálculo y grandes dosis de imaginación y de talento para un simple divertimento de artista cargado de fantasía. Y hay equilibrio casi perfecto en las formas, cuidado en las proporciones, detenimiento en el uso de tex-turas y pulimentos que refuerzan aún más la idea de que esos seres voladores o quienes se encaraman por imposibles pértigas hacia mundos de extrañas arquitecturas son tanto el fruto maduro de la reflexión como el de la fértil fantasía de este artista singular.
Beckelmann no pone títulos a sus obras. Ni tan siquiera los sugiere. Quizá sea mejor así, y que cada espectador vea en cada una de la creaciones de este escultor con talante de alquimista aquello que desee ver o lo que su razón o su imaginación le sugieran en cada caso. Tal vez, de este modo, el artista honra a quien se acerca humildemente a su obra con la sencilla pretensión de disfrutar de ella y de poblar su mente de novedades. Hay muchas novedades y muchas sugerencias en lo que Beckelmann tan generosamente nos ofrece y nos presenta. Disfrutémoslas.
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Fuente: ARS LONGA de VICKY TORRES, Editorial Arandurã, Asunción-Paraguay 2004 (429 páginas)
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Escultor GUSTAVO BECKELMANN

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