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martes, 26 de enero de 2010

MABEL ÁVILA - SIN MUROS. Exhibición Individual presentada en el Centro Cultural Citibank, Año 2005 / Texto: MEMORIA DEL PROYECTO

(Enlace a datos biográficos y obras
en la GALERÍA DE ARTES del

SIN MUROS
Exhibición Individual presentada en el
Centro Cultural Citibank, Año 2005
.
MEMORIA DEL PROYECTO

* “Bajo el arco de la vida, donde amor y muerte, terror y misterio, guardan su relicario, yo vi la belleza en su trono” - Dante Gabriel Rossetti
* Usando la fotografía como mecanismo, para captar lugares de la ciudad poco visitados y a veces desconocidos, he recorrido caminos impensables que me han ayudado a apreciar y encontrar un nuevo significado en el mundo que me rodea. He cambiado la función de los objetos, he transformado la naturaleza muerta en viva y he abandonado el sentimiento lúgubre por una nostálgica elegía. Pero en realidad, la cámara y los lugares han sido simplemente la consecuencia del verdadero origen de mi idea que se encuentra concebida y ha germinado a través del estudio de los movimientos artísticos de los siglos XVIII y XIX, de sus temas pictóricos y de la evolución que se dio al concepto de belleza a través de los mismos.
* En el siglo XVII términos como genio, imaginación, gusto y sentimiento fueron palabras que llevaron a nuevas significaciones y formas de ver la belleza. Si bien, unos se refirieron al artista que inventó o produjo la cosa bella, otros se refirieron a quien apreció o juzgó la belleza, subjetivizando de esta manera, el derecho de juzgar la experiencia de lo bello.
* Igualmente, en ésta época se introdujo el concepto de lo sublime. Kant con precisión estableció las diferencias y afinidades entre lo bello y lo sublime en su “Crítica del Juicio”. Para este filósofo lo sublime era algo que iba más allá de nuestros sentidos, algo de infinita vastedad y de infinito poder, era el surgir de un placer negativo ante un objeto de gran magnitud que no podemos poseer y ante el cual se levantan las fuerzas del alma saliendo del lugar común y descubriendo dentro de nosotros un poder de resistencia para enfrentarnos y medirnos frente a la poderosa omnipotencia de la naturaleza.
* El mundo de la estética se dividió entonces en dos reinos: el de la belleza y el de lo sublime. La nueva belleza se encontró a partir de ahora en las elevadas montañas, en la oscuridad de las cavernas, en las tempestades y relámpagos, en la materia salvaje, en las agrietadas ruinas cubiertas de musgo, en la poesía de las tumbas, en los paisajes sombríos y en cualquier situación que atrajera y repeliera por igual.
* En el siglo XIX, el Romanticismo consideró la belleza como una fuerte unión de formas diversas y a veces contradictorias realizada por los sentimientos y la razón. Belleza y melancolía, corazón y razón, reflexión e impulso, vida y muerte convivieron recíprocamente. El placer por lo feo fue fuente de inspiración al causar sentimientos que se nutrieron del misterio que envolvía lo desconocido por el ser humano.
* Los Románticos abarcaron todo lo distante, lo mágico, lo desconocido, lo irracional, lo lúgubre, lo fúnebre, lo exótico, lo oriental y aún la belleza violenta. El Romanticismo modificó, definitivamente, el concepto de belleza ideal pasando la misma a ser relativa y alejándose para siempre de los cánones clásicos.
* Estos conceptos renovadores fueron los predecesores de los grandes movimiento del siglo XX que utilizaron el arte ya no para explorar el mundo exterior sino par volcarse a la interioridad, los sueños, el inconsciente, la fantasía, lo diferente y para adorar lo bello y lo grotesco por igual.
Con la influencia del Movimiento Romántico del siglo XIX comencé mi búsqueda en los cementerios casi abandonados y en los pequeños memoriales al borde del camino. Me vi rodeada por paisajes infinitos, por naturaleza poética, por toques de luz mágica que alumbraban piedras o raíces retorcidas, por tinieblas que cubrían la hiedra. Tomé confianza y atravesé los espacios reservados a estratos sociales altos y fui descubriendo verdaderas ciudades llenas de panteones, estatuas de bronce, ángeles que sollozan, mármoles blancos y multicolores, monumentos y pedestales. A pesar de las distancias, estos últimos compartían con los pequeños cementerios el gusto por las flores, a veces frescas, muchas veces marchitas y desde luego las casi eternas de plástico, las fotos de los difuntos enmarcadas, las palabras de amor, las velas con todo tipo de faroles y candeleros, las cruces desnudas y también vestidas, los santos y las vírgenes y no faltó en algunas restos de comida y latas de cerveza.
* Esta búsqueda ha quedado registrada en esta serie de fotografías. Queda a criterio de cada quien encontrar la belleza o el horror, la realidad o la memoria, aceptar o ignorar la esencia finita que envuelve a todo ser humano y que yace en un lugar de la ciudad donde los muros carecen de sentido. - Mabel Ávila - Asunción, Diciembre del 2005

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