OBRA: MERCADO: ESPACIO SOCIAL EN LA PRÁCTICA COTIDIANA
Técnica: fotografía
Por Guillermo Sequera
Para obtener mayores datos de los trabajos visuales de G. SEQUERA:
http://www.portalguarani.com/autores_detalles.php?id=934
Para obtener mayores datos de los trabajos antropológicos de G. SEQUERA:
http://www.portalguarani.com/autores_detalles.php?id=935
**/**
Comentario del artista:
MERCADO: ESPACIO SOCIAL EN LA PRÁCTICA COTIDIANA
** Lugar de encuentros. Lugar de intercambios. El mercado se constituye en el espacio histórico en todas las sociedades humanas. Vinculado al quehacer de productos, a la dedicación de productos y objetos necesarios para satisfacer el vivir de hombres y mujeres; el mercado se relaciona con la posibilidad del obsequium; de “una yapita marchante”, de la ofrenda; o de lo que se presenta en la cosa que se expone. El mercado es, más allá de la simple oferta y demanda del mercadeo, o del intercambio de mercaderías; un espacio privilegiado que genera múltiples situaciones de transculturalidad. Costumbres, sabidurías, colores, formas, aromas, gritos, frases de “¿qué va a llevar marchante?”. El mercado es, por sobre todas las cosas, un fenómeno histórico en la conformación de ciudades, o de “tava”; o de pueblos en el caso paraguayo de la realidad colonial. El llamado mercado se conforma en el proceso originario de delimitación de pueblos desde 1580 con la administración colonial. Assadourian, un investigador de historia económica; en su “Chile y Tucumán en el siglo XVI. Una correspondencia de mercaderes”, escribe: “…se trata del tipo social que combina funciones de productor-comerciante muy localizado en el grupo de encomendero…La forma más simple en que se realiza dicha combinación sigue ésta línea: el encomendero vende su producción industrial, agrícola o ganadera a un mercader especializado o la ofrece en el mercado omitiendo los intermediarios…” Tabaco, miel, azúcar, lienzos y sobre todo yerba mate son los buenos productos que servían como manera de pago a otros “menesteres”: escopetas labradas, cuñas de hierro, ropas preciosas, telas finas, rejas de arar, metal campanil, botijas de miel de abeja, sombreros, arrobas de sal. En su testamento, Bazán de Pedrasa, especifica que, en la ciudad de “ Asumpn y de la Billa Rica” en 1717, contaba con un total de 91 obligaciones comerciales a su favor en el Paraguay… Bazán de Pedrasa era un actor social emergente en la economía colonial, y considerado como mercader, como comerciante. El comercio colonial nunca fue muy deseable para los guaraníes para su tributo de la yerba mate del Paraguay : “ no hallan salida, ni venta de dicha yerba, aunque a principio la pagaban en plata y a buen precio, con que dichos indios podían con comodidad pagar su tributo, hoy ya (1673) movidos de la ganancia grande que tiene en este trato, no la quieren pagar en plata, sino que vienen cargados de cosas inútiles para los indios, que no les sirven (…); y si acaso les dan alguna plata, no quieren recibir la yerba si no es a un precio tan bajo, que jamás se ha visto (…)” destacaba Pablo Hernández en un estudio sobre datos ofrecidos por los jesuitas en su Organización Social de las Doctrinas Guaraníes de la Compañía de Jesús. El mercado en la historia paraguaya tiene su importancia, pues se constituye en el nexo que vincula a la sociedad en su reorganización espacial, social y económica. Ese mercado tradicional, ya en vías de extinción, debido a la aparición agresiva de los “supermercados”, de los “shopping” que infieren una acusada pérdida de valores, pérdida de productos tradicionales que hacen a la diversidad cultural de los paraguayos. El Mercado 4 de Asunción, del que antes fuera el Mercado San Francisco ubicado en la “Plaza de la Democracia”; representa todavía, en algunos retazos de su exhibición del mercado socializado. O el Mercado del Puerto; que hoy se transforma en una serie de supermercaditos alineados, es, sin embargo la conclusión triste, de la globalización, de la cultura de masas y de la sociedad de consumo sin identidad, de consumo alienado, donde, finalmente se resquebrajan las relaciones humanas y desaparecen las relaciones emotivas. La función antropológica del mercado tradicional, es decir; los intereses sociales cotidianos se cristalizan hacia un mismo interés: la recomposición incesante y el reconocimiento del tejido social de deferencias, de sabores, de tonalidades, de voces y de miradas.
Técnica: fotografía
Por Guillermo Sequera
Para obtener mayores datos de los trabajos visuales de G. SEQUERA:
http://www.portalguarani.com/autores_detalles.php?id=934
Para obtener mayores datos de los trabajos antropológicos de G. SEQUERA:
http://www.portalguarani.com/autores_detalles.php?id=935
**/**
Comentario del artista:
MERCADO: ESPACIO SOCIAL EN LA PRÁCTICA COTIDIANA
** Lugar de encuentros. Lugar de intercambios. El mercado se constituye en el espacio histórico en todas las sociedades humanas. Vinculado al quehacer de productos, a la dedicación de productos y objetos necesarios para satisfacer el vivir de hombres y mujeres; el mercado se relaciona con la posibilidad del obsequium; de “una yapita marchante”, de la ofrenda; o de lo que se presenta en la cosa que se expone. El mercado es, más allá de la simple oferta y demanda del mercadeo, o del intercambio de mercaderías; un espacio privilegiado que genera múltiples situaciones de transculturalidad. Costumbres, sabidurías, colores, formas, aromas, gritos, frases de “¿qué va a llevar marchante?”. El mercado es, por sobre todas las cosas, un fenómeno histórico en la conformación de ciudades, o de “tava”; o de pueblos en el caso paraguayo de la realidad colonial. El llamado mercado se conforma en el proceso originario de delimitación de pueblos desde 1580 con la administración colonial. Assadourian, un investigador de historia económica; en su “Chile y Tucumán en el siglo XVI. Una correspondencia de mercaderes”, escribe: “…se trata del tipo social que combina funciones de productor-comerciante muy localizado en el grupo de encomendero…La forma más simple en que se realiza dicha combinación sigue ésta línea: el encomendero vende su producción industrial, agrícola o ganadera a un mercader especializado o la ofrece en el mercado omitiendo los intermediarios…” Tabaco, miel, azúcar, lienzos y sobre todo yerba mate son los buenos productos que servían como manera de pago a otros “menesteres”: escopetas labradas, cuñas de hierro, ropas preciosas, telas finas, rejas de arar, metal campanil, botijas de miel de abeja, sombreros, arrobas de sal. En su testamento, Bazán de Pedrasa, especifica que, en la ciudad de “ Asumpn y de la Billa Rica” en 1717, contaba con un total de 91 obligaciones comerciales a su favor en el Paraguay… Bazán de Pedrasa era un actor social emergente en la economía colonial, y considerado como mercader, como comerciante. El comercio colonial nunca fue muy deseable para los guaraníes para su tributo de la yerba mate del Paraguay : “ no hallan salida, ni venta de dicha yerba, aunque a principio la pagaban en plata y a buen precio, con que dichos indios podían con comodidad pagar su tributo, hoy ya (1673) movidos de la ganancia grande que tiene en este trato, no la quieren pagar en plata, sino que vienen cargados de cosas inútiles para los indios, que no les sirven (…); y si acaso les dan alguna plata, no quieren recibir la yerba si no es a un precio tan bajo, que jamás se ha visto (…)” destacaba Pablo Hernández en un estudio sobre datos ofrecidos por los jesuitas en su Organización Social de las Doctrinas Guaraníes de la Compañía de Jesús. El mercado en la historia paraguaya tiene su importancia, pues se constituye en el nexo que vincula a la sociedad en su reorganización espacial, social y económica. Ese mercado tradicional, ya en vías de extinción, debido a la aparición agresiva de los “supermercados”, de los “shopping” que infieren una acusada pérdida de valores, pérdida de productos tradicionales que hacen a la diversidad cultural de los paraguayos. El Mercado 4 de Asunción, del que antes fuera el Mercado San Francisco ubicado en la “Plaza de la Democracia”; representa todavía, en algunos retazos de su exhibición del mercado socializado. O el Mercado del Puerto; que hoy se transforma en una serie de supermercaditos alineados, es, sin embargo la conclusión triste, de la globalización, de la cultura de masas y de la sociedad de consumo sin identidad, de consumo alienado, donde, finalmente se resquebrajan las relaciones humanas y desaparecen las relaciones emotivas. La función antropológica del mercado tradicional, es decir; los intereses sociales cotidianos se cristalizan hacia un mismo interés: la recomposición incesante y el reconocimiento del tejido social de deferencias, de sabores, de tonalidades, de voces y de miradas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario