en la GALERÍA DE LETRAS del
TEXTO: TICIO ESCOBAR
Proyecto Editorial: Ediciones Fotosíntesis.
Traducción: GRIZZIE LOGAN
Editores: Fernando Allen
Proyecto Editorial: Ediciones Fotosíntesis.
Traducción: GRIZZIE LOGAN
Editores: Fernando Allen
y Gilda Urbieta
Agradecimiento:
Agradecimiento:
A Benito Roggio e Hijos S.A.
y al Ing. Oscar Franco.
Ediciones Fotosíntesis,
Asunción-Paraguay 2007
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** La mirada de la fotografía se encuentra hoy condicionada por el mismo desafío que encara la producción de las imágenes en general: la necesidad de dar cuenta de una realidad mediante los recursos formales del propio lenguaje. El lenguaje fotográfico ha sabido asumir los retos de su tiempo sin renunciar, del todo al menos, a la tradición de su propio género: el encuadre, la composición, el papel formador de la luz, la búsqueda del instante, la cuota de azar. La fuerza de la mirada actúa como un relámpago para capturar aquello que deviene acontecimiento por una vez y para siempre. Y esa fuerza supone la necesidad de contar no sólo con reflejos ópticos, no sólo con destrezas de posición y agudeza de enfoque, sino con una sensibilidad y una inteligencia de la mirada, capaces de cazar el dato de la visión y convertirlo en imagen, en figura, en obra.
** Ubicado en esta posición, Fernando Allen aborda los paisajes del Chaco con la intención de registrar rincones momentos intensos y, simultáneamente, de retratarlos desde los argumentos de la forma, los inevitables expedientes de la estética. Cuando hablamos de "paisaje" estamos hablando, obviamente, de escenarios que incluyen los personajes del Chaco, los mitemas, diría Lévi-Strauss, que en este caso están representados por indígenas y colonos mennonitas, pobladores mestizos, trashumantes desconocidos y, aun, corredores de rally. Fernando se ubica en una perspectiva abierta: no pretende denunciar, ni levantar alegatos, ni vender turismo ecológico; ni alertar sobre el signo apocalíptico de los incendios y las inundaciones. Pero cada fotografía suya, clavada en un punto exacto, bien provista de aparejos técnicos y visuales, es capaz de sugerir el indicio de una narración, de una cuestión, de un acontecimiento que ocurre más allá de la cámara, fuera quizá de la pantalla o del cuadro que enmarca la impresión de la imagen.
** Entonces, las secuencias son bruscas: el Chaco es duro, es feroz y desmedido, es inquietantemente tranquilo, bucólico casi. Sus oscuridades y sus resplandores tienden de por sí a promover una escena barroca, tensada siempre entre puntos extremos, descentrada en cada lugar suyo.
** Fernando registra el Chaco brillante de la temporada alta de lluvias, borroneado por las brumas tétricas de agosto (por las tinieblas blancas, en el decir de Roa Bastos), encendido por lapachos discordantes, amansado por pastos de suaves brillos dorados, reflejado a contraluz en los meandros de la Laguna Salada. (Marcado por las ruinas de monumentos abandonados, por carteles extraviados de la publicidad, por palmas de karanda'y que arden como teas desafiantes).
** Este espacio ambiguo constituye un teatro propicio para el ir y venir de personajes especiales que arrean vacas en bicicleta, que estragan las tierras provocando incendios o alterando el rumbo de los caminos; que devienen puras sombras oscilantes en las tantas canoas del río de aguas pardas, que sostienen la mirada, brillante, sobre rostros resecos. Personajes que van y vienen surcando y desandando las rutas inciertas del progreso, los senderos circulares del horizonte infinito, los trayectos ajenos de la modernidad. Hombres y mujeres asediados - custodiados- por el polvo radical y el silencio tajante, por el cielo absoluto, por luces desconcertantes, exentas de toda ley física, de todo canon meteorológico.
** Entonces, este conjunto de fotografías no crea una secuencia ordenada en clave de relato lineal, sino una serie de puntadas que deben ser unidas entre sí como los trazados de constelaciones que pueden producir muchos diagramas. Su fuerza, su valor ''estético-documental, debe ser buscado un milímetro más allá de lo que muestra cada imagen. - TICIO ESCOBAR Diciembre; 2007
** La mirada de la fotografía se encuentra hoy condicionada por el mismo desafío que encara la producción de las imágenes en general: la necesidad de dar cuenta de una realidad mediante los recursos formales del propio lenguaje. El lenguaje fotográfico ha sabido asumir los retos de su tiempo sin renunciar, del todo al menos, a la tradición de su propio género: el encuadre, la composición, el papel formador de la luz, la búsqueda del instante, la cuota de azar. La fuerza de la mirada actúa como un relámpago para capturar aquello que deviene acontecimiento por una vez y para siempre. Y esa fuerza supone la necesidad de contar no sólo con reflejos ópticos, no sólo con destrezas de posición y agudeza de enfoque, sino con una sensibilidad y una inteligencia de la mirada, capaces de cazar el dato de la visión y convertirlo en imagen, en figura, en obra.
** Ubicado en esta posición, Fernando Allen aborda los paisajes del Chaco con la intención de registrar rincones momentos intensos y, simultáneamente, de retratarlos desde los argumentos de la forma, los inevitables expedientes de la estética. Cuando hablamos de "paisaje" estamos hablando, obviamente, de escenarios que incluyen los personajes del Chaco, los mitemas, diría Lévi-Strauss, que en este caso están representados por indígenas y colonos mennonitas, pobladores mestizos, trashumantes desconocidos y, aun, corredores de rally. Fernando se ubica en una perspectiva abierta: no pretende denunciar, ni levantar alegatos, ni vender turismo ecológico; ni alertar sobre el signo apocalíptico de los incendios y las inundaciones. Pero cada fotografía suya, clavada en un punto exacto, bien provista de aparejos técnicos y visuales, es capaz de sugerir el indicio de una narración, de una cuestión, de un acontecimiento que ocurre más allá de la cámara, fuera quizá de la pantalla o del cuadro que enmarca la impresión de la imagen.
** Entonces, las secuencias son bruscas: el Chaco es duro, es feroz y desmedido, es inquietantemente tranquilo, bucólico casi. Sus oscuridades y sus resplandores tienden de por sí a promover una escena barroca, tensada siempre entre puntos extremos, descentrada en cada lugar suyo.
** Fernando registra el Chaco brillante de la temporada alta de lluvias, borroneado por las brumas tétricas de agosto (por las tinieblas blancas, en el decir de Roa Bastos), encendido por lapachos discordantes, amansado por pastos de suaves brillos dorados, reflejado a contraluz en los meandros de la Laguna Salada. (Marcado por las ruinas de monumentos abandonados, por carteles extraviados de la publicidad, por palmas de karanda'y que arden como teas desafiantes).
** Este espacio ambiguo constituye un teatro propicio para el ir y venir de personajes especiales que arrean vacas en bicicleta, que estragan las tierras provocando incendios o alterando el rumbo de los caminos; que devienen puras sombras oscilantes en las tantas canoas del río de aguas pardas, que sostienen la mirada, brillante, sobre rostros resecos. Personajes que van y vienen surcando y desandando las rutas inciertas del progreso, los senderos circulares del horizonte infinito, los trayectos ajenos de la modernidad. Hombres y mujeres asediados - custodiados- por el polvo radical y el silencio tajante, por el cielo absoluto, por luces desconcertantes, exentas de toda ley física, de todo canon meteorológico.
** Entonces, este conjunto de fotografías no crea una secuencia ordenada en clave de relato lineal, sino una serie de puntadas que deben ser unidas entre sí como los trazados de constelaciones que pueden producir muchos diagramas. Su fuerza, su valor ''estético-documental, debe ser buscado un milímetro más allá de lo que muestra cada imagen. - TICIO ESCOBAR Diciembre; 2007
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Lanchas para cruce a Chaco´i, Presidente Hayes.
Montelindo, Presidente Hayes.
Granja en Colonia Mennonita, Loma Plata.
Ruta Transchaco camino a Infante Rivarola, Frontera con Bolivia.
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Amplio resumen de autores y obras de las Artes Visuales en Paraguay.
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